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miércoles, 21 de septiembre de 2016

Bendición de una nueva escuela o universidad




Texto comentado
 
Bendicional: en negro; (oración de bendición: negrita cursiva).
(Se conservan los números de secciones y parágrafos tal y como se hallan en el Bendicional: negrita. También en negrita me permito realzar algunas cuestiones litúrgicas del texto del Bendicional, incisos que, a mi criterio, merecen especial consideración).
Comentarios del blog: azul.

El capítulo XIII del Bendicional, entre el conjunto de las "bendiciones de construcciones y actividades", ofrece la siguiente, destinada a santificar la labor eeducativa y los ámbitos en que ella se desempeña:

BENDICIÓN DE UNA NUEVA ESCUELA O UNIVERSIDAD

601. La Iglesia ha patentizado siempre un interés especial por las escuelas, tanto las de grado inferior como las de superior, ya que en ellas se van abriendo las mentes de los discípulos hasta alcanzar una eficaz educación. Esto tiene aplicación sobre todo en aquellas instituciones católicas donde los adolescentes y jóvenes tienen la posibilidad de adquirir una cultura y una formación humana, al tiempo que van haciéndose receptivos al espíritu del Evangelio.

602. La bendición que aquí se propone tiene presente tanto al personal docente y a sus alumnos, como también a todos los que de algún modo están al servicio de la escuela o universidad, así como a la misma comunidad en cuyo provecho se erigen. Por eso es conveniente que todos estén presentes en la celebración, en cuanto sea posible. (Adviértase el gran "alcance", por decirlo así, de esta bendición: incluye también a los que menos directamente se ven involucrados en el ámbito de la educación).

603. Este rito pueden usarlo el sacerdote o el diácono, los cuales, respetando su estructura y sus principales elementos, adaptarán la celebración a las circunstancias del lugar y de las personas.

604. En aquellos lugares donde se celebra cada año la bendición de las escuelas durante el tiempo pascual o en otro tiempo, si se utilizan los elementos indicados en este rito y también en el rito de la Bendición de los niños, capítulo I, núms. 136-157, será fácil preparar una celebración que tenga en cuenta a un tiempo al personal docente y al alumnado.

605. Esta bendición puede celebrarse también dentro de la celebración de la Misa. Si la nueva escuela o universidad tiene iglesia propia, y esta ha de ser dedicada o bendecida, en las letanías o en la oración de los fieles (nótese que de manera implícita se está diciendo que está permitido optar indistintamente entre una u otra) pueden intercalarse, según las circunstancias, algunas adecuadas invocaciones o intenciones relacionadas con el local y con la actividad de la escuela.

I. RITO DE LA BENDICIÓN

RITOS INICIALES

606. Reunida la comunidad en el lugar adecuado, puede cantarse el salmo 66 (67) u otro canto apropiado. Terminado éste, el celebrante dice:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Todos se santiguan y responden:

Amén.

607. Luego el celebrante saluda a los presentes, diciendo: (saludo litúrgico trinitario, redactado a partir de un campo semántico perteneciente al mundo del saber, al igual que el saludo conclusivo del rito -cf. infra, 618; 619-)

Dios, fuente de sabiduría; Cristo, el Señor, su Palabra encarnada; y el Espíritu de la verdad, estén con todos vosotros.

U otras palabras adecuadas, tomadas preferentemente de la Sagrada Escritura.

Todos responden:

Y con tu espíritu.

O de otro modo adecuado.

608. El celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes: (sugestiva la analogía del docente con Cristo Maestro, enunciada en la siguiente monición)

El Dios de sabiduría nos conduce de diversas maneras a un conocimiento más profundo de sí mismo, conocimiento que completó en su Hijo, hecho hombre por nosotros. Los conocimientos, ciencias y enseñanzas de todo género, que la mente humana se esfuerza en profundizar, deben estar encaminados a la posesión de la verdad y a la adoración del Dios verdadero. Hoy imploramos la bendición divina sobre este lugar, destinado a la investigación, el aprendizaje y la difusión de la verdad, para que los educadores instruyan aquí a los niños y a los jóvenes, les enseñen a conciliar debidamente la sabiduría humana con la verdad evangélica, y sean, de este modo, capaces de guardar la fe verdadera y profesarla externamente con su conducta. Pediremos también que los discípulos descubran en sus profesores la presencia de Cristo Maestro, para que, enriquecidos con la ciencia y la enseñanza tanto humana como divina, lleguen a ser personas preparadas y aptas para iluminar y ayudar a los hermanos.

LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS

609. Luego el lector, uno de los presentes o el mismo celebrante, lee un texto de la Sagrada Escritura.

Mt 5, 1b. 2. 13-16: Vosotros sois la luz del mundo

Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Mateo:

Se sentó Jesús, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:
—«Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla afuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo.»

Palabra del Señor.

610. Pueden también leerse: Pr 1, 1-7; Sb 7, 7-20; Sb 9, 1-6. 10-18; Si 1, 1-4. 18-20; Si 51, 18-29; Ef 4, 11-24; Mt 11, 25-30.

611. Según las circunstancias, se puede decir o cantar un salmo responsorial u otro canto adecuado.

Salmo responsorial

Sal 118 (119), 97-98. 99-100. 124-125 (R.: cf. 105)

R. Tu palabra, Señor, es luz en mi sendero.

¡Cuánto amo tu voluntad!:
todo el día la estoy meditando;
tu mandato me hace más sabio que mis enemigos,
siempre me acompaña; R.

soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R.

Trata con misericordia a tu siervo,
enséñame tus leyes;
yo soy tu siervo: dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos. R.

612. O bien:

Sal 18B (19B), 8. 9. 10. 12

R. (Jn 6, 68c) Señor, tú tienes palabras de vida eterna.

Sal 77 (78), 1-2. 3-4. 5 y 7

R. (I Co 1, 30) Dios ha hecho a Cristo Jesús para nosotros sabiduría.

Sal 138 (139), 1-2. 3-4. 5-6. 17-18

R. (cf. 10) Tu derecha, Señor, me guiará.

613. El celebrante, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicándoles la lectura bíblica, para que perciban por la fe el significado de la celebración.

PRECES

614. Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el celebrante puede seleccionar las que le parezcan más adecuadas o añadir otras más directamente relacionadas con las circunstancias del momento o de las personas.

Puesto que la primicia de la sabiduría es el temor del Señor, invoquemos a Dios, pidiéndole que nos haga capaces de distinguir y practicar todo lo que es verdadero y justo. Supliquémosle, diciendo:

R. Danos, Señor, el Espíritu de sabiduría.

a) Para una escuela

Señor, Dios nuestro, que nos amas tanto que has querido que nos llamemos y seamos hijos tuyos,
—haz que también las ciencias humanas nos ayuden a ver con más claridad y vivir con plenitud nuestra vocación cristiana. R.

Tú que en Cristo, tu Hijo, nos diste el modelo del hombre nuevo, que va creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia,
—haz que, a medida que aumentan nuestros conocimientos humanos, crezca también nuestro aprovechamiento espiritual. R.

Tú que has dispuesto que el hombre llegue a su madurez mediante la cooperación de los demás,
—concédenos que todos los que trabajan en nuestra formación no dejen de inculcarnos la preocupación por el bien común. R.

Tú que eres el autor y el defensor de la dignidad humana,
—haz que los beneficios de una sana educación lleguen a todos los hombres de todos los lugares. R.

b) Para una universidad

Señor, Dios nuestro, que has hecho al hombre partícipe de tu misma sabiduría,
—haz que evitemos toda intención meramente terrena y que busquemos la formación íntegra de la persona. R. (No se habla en contra aquí de una acción "terrena" sino de solamente ella).

Tú que enviaste al mundo a tu Hijo, luz verdadera, que alumbra a todo hombre, para que fuera testigo de la verdad,
—haz que, buscando libremente la verdad, podamos contribuir, con nuestros logros, al progreso de la sociedad humana. R.

Tú que, con sabia disposición, has querido que la unidad de la comunidad humana no fuera ajena al misterio de salvación,
—haz que el avance de la ciencia y de la pedagogía ayude eficazmente a la unión de los hombres. R.

Tú que nos diste el mandato evangélico de entregarnos plenamente al servicio de los hermanos,
—haz que nos esforcemos incansablemente y con voluntad unánime en la clara afirmación de los derechos humanos. R.

ORACIÓN DE BENDICIÓN

615. El celebrante, con las manos extendidas, dice la oración de bendición:

Señor, Dios todopoderoso, escucha nuestras súplicas y haz que esta casa, dedicada a la formación humana de los jóvenes, al progreso de la ciencia y a la adquisición de nuevos conocimientos, sea un lugar en el que discípulos y maestros, instruidos con palabras de verdad, sigan las enseñanzas de vida cristiana y se esfuercen por unirse de todo corazón a Cristo, el único Maestro. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

616. O bien:

Oh, Dios, que nos concedes hoy inaugurar bajo tu protección este local destinado a la enseñanza, concédenos, por tu favor, que todos los que acudan a él para enseñar o aprender, busquen siempre la verdad y te reconozcan a ti como su única fuente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

617. Después de la oración de bendición, el celebrante rocía con agua bendita a los presentes y la casa, mientras se entona un canto adecuado. (A diferencia de otras bendiciones, en esta, la aspersión no se plantea como facultativa).

CONCLUSIÓN DEL RITO

618. El celebrante concluye el rito, diciendo, con las manos extendidas sobre los presentes:

El Padre, Dios de todo conocimiento, nos instruya en sus caminos; Cristo, Sabiduría eterna, nos haga conocer la verdad; el Espíritu Santo, luz divina, ilumine siempre nuestras mentes, para que aprendamos lo que es justo y bueno y lo pongamos por obra.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

R. Amén.

619. O bien, el celebrante, o el diácono si lo hay (de haberlo, debe ser este último), según las circunstancias, invita al pueblo a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Inclinaos para recibir la bendición.

Luego el celebrante, con las manos extendidas sobre los presentes, los bendice, diciendo:

El Dios de sabiduría os sostenga con su bendición.

R. Amén.

Cristo, el único Maestro, os enseñe palabras de vida eterna.

R. Amén.

El Espíritu Santo Defensor os guíe hasta la verdad plena.

R. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

R. Amén.

620. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.

II. RITO DE LA BENDICIÓN DENTRO DE LA CELEBRACIÓN DE LA MISA

621. En la celebración de la Misa se eligen, según convenga, y guardando las debidas normas, las oraciones y lecturas de las Misas votivas del Espíritu Santo (5). (Entiéndase, en los días en que están permitidas las Misas votivas).

622. Después del Evangelio, el celebrante hace la homilía, en la cual, basándose en el texto sagrado, explica también el significado del rito. Terminada la homilía, según las circunstancias, se dice el Símbolo o Credo.

623. La oración universal puede hacerse en la forma acostumbrada en la celebración de la Misa o con las fórmulas indicadas anteriormente en las preces de este rito, núm. 614.

624. Terminada la oración después de la comunión, el celebrante dispone a los presentes a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Queridos hermanos, pidamos humildemente a Dios, Señor de la sabiduría, que todos los que acudirán a este lugar en busca de una enseñanza científica y de unas normas de vida, reciban la instrucción interna del Espíritu Santo y escuchen la enseñanza de Cristo, Maestro en su Evangelio.

Todos oran durante algún tiempo en silencio. Luego el celebrante, con las manos extendidas, dice:

Señor, Dios todopoderoso, escucha nuestras súplicas y haz que esta casa, dedicada a la formación humana de los jóvenes, al progreso de la ciencia y a la adquisición de nuevos conocimientos, sea un lugar en el que discípulos y maestros, instruidos con palabras de verdad, sigan las enseñanzas de vida cristiana y se esfuercen por unirse de todo corazón a Cristo, el único Maestro. Que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

625. O bien:

Oh, Dios, que nos concedes hoy inaugurar bajo tu protección este local destinado a la enseñanza, concédenos, por tu favor, que todos los que acudan a él para enseñar o aprender busquen siempre la verdad y te reconozcan a ti como su única fuente. Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

626. El celebrante, o el diácono si lo hay, según las circunstancias, invita al pueblo a recibir la bendición, con estas palabras u otras semejantes:

Inclinaos para recibir la bendición.

Luego el celebrante, con las manos extendidas sobre los presentes, los bendice, diciendo:

El Dios de sabiduría os sostenga con su bendición.

R. Amén.

Cristo, el único Maestro, os enseñe palabras de vida eterna.

R. Amén.

El Espíritu Santo Defensor os guíe hasta la verdad plena.

R. Amén.

Finalmente bendice a los presentes, añadiendo:

Y a todos vosotros, que estáis aquí presentes, os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo.

F Amén.

627. Es aconsejable terminar el rito con un canto adecuado.


Nota:

5 Cf. Missale romanum, Ordo Lectionum Missae, núms. 62-63, 764-768.


21 de septiembre de 2016, fiesta de San Mateo, apóstol y evangelista. Entrada dedicada a él.


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