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La verdadera Iglesia de Dios...

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Nos iluminaste con la Luz de Cristo...

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martes, 20 de septiembre de 2016

Guion: Domingo XXVI del Tiempo Ordinario





Formulario de Misa: aquí.


Ciclo C

Introducción

Congregados en esta asamblea de hermanos, queremos celebrar la fiesta del Señor, presente en medio de nosotros. (Cf. San Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 43).

La Eucaristía dominical nos identifica como cristianos  que hemos recibido el precioso tesoro de la fe apostólica y que tenemos la responsabilidad de custodiarlo y de transmitirlo íntegro a las próximas generaciones. Esta fiel transmisión es propia de los auténticos discípulos de Jesús, unidos más allá del tiempo y del espacio por nuestra participación en el Santo Sacrificio del Altar, del que ahora nuevamente nos disponemos a participar.



Primera lectura: Am. 6, 1a. 4-7

El profeta Amós dirige una seria amonestación a los que viven en la opulencia y se desentienden de la suerte de sus hermanos.

Segunda lectura: I Tim. 6, 11-16

También nosotros, cristianos del siglo XXI, somos destinatarios de la exhortación que Pablo hace a Timoteo a "pelear el buen combate", es decir, a perseverar en la fidelidad al Señor.

Evangelio: Lc. 16, 19-31

La parábola del pobre Lázaro, que vamos a escuchar, nos infunde la certeza de que "quien no vale nada a los ojos de los hombres es valioso a los del Señor". (S.S. Benedicto XVI, Ángelus, 30/09/07).


Oración de los fieles

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa en el Aniversario de la Dedicación de la Basílica Catedral de Albano (en Italia), presidida por el Papa Francisco en la Plaza Pía, el 21 de septiembre de 2019:


Hermanos y hermanas, mediante la fe, con el bautismo somos constituidos templos vivientes del Señor y pueblo sacerdotal suyo; elevemos pues, nuestra súplica confiada a Dios por el bien de la Iglesia y la salvación de todos los hombres:

R. Escucha, Padre, la plegaria de tu pueblo

-Por la Santa Iglesia de Dios, el Papa N, nuestro (arz)obispo N, y todos los demás ministros ordenados. Que el Espíritu Divino los ilumine siempre, haciendo fecundo su ministerio, y en el incesante don de sí, sean signo visible de la misericordia de Dios. R.

-Por nuestra amada Iglesia de N (se menciona la ciudad, provincia, país o región). Que tras las huellas de los auténticos cristianos que nos han precedido en esta tierra por el camino de santidad hacia la Jerusalén celeste, vea florecer nuevos corazones generosos y valientes que hagan resplandecer la perenne santidad de la Iglesia, en perfecta comunión con sus pastores. R.

-Por los responsables de las naciones y de los organismos internacionales. Que sepan cultivar la cultura del encuentro y, dejando de lado antagonismos ideológicos y religiosos, trabajen por la paz y el bien común. R.

-Por todos los agentes pastorales. Que trabajen conjuntamente y sepan encarnar una "iglesia en salida", fecunda y creativa, fiel pregonera del Evangelio, capaz de acercarse al hermano con amor y entrega. R.

-Por nosotros, reunidos en esta Misa dominical. Que todos los miembros de nuestra comunidad eclesial, que es fuente de la Santa Eucaristía y de la Sagrada Palabra de Dios, sepan acoger la divina gracia para llegar a ser verdaderos templos vivos. R

Oración conclusiva

"Dios, nuestro Padre, el Cielo y la Tierra no te pueden contener; Tú que has querido edificar para nosotros este sagrado recinto en el cual tu Nombre es invocado con fe, escucha bondadoso nuestra plegaria y concédenos lo que te pedimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén".


O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa en la Jornada Mundial del migrante y del refugiado, presidida por el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, el 29 de septiembre de 2019:


Queridos hermanos, al Señor Jesús, que permanece fiel para siempre, elevemos nuestra súplica confiada:

R. Te rogamos, óyenos

-Señor, reaviva en toda la Iglesia el deseo de tender a la justicia, a la piedad, a la fe, a la caridad, a la paciencia y a la dulzura. R.

-Señor, concede a todos los gobernantes la alegría de contribuir a tu obra, de dar el pan a los hambrientos y hacer justicia a los oprimidos. R.

-Señor, guía los pasos de los migrantes, levanta a quienes han caído, protege a los extranjeros, libera a los prisioneros, y vuelve a tus sendas a quienes se han desviado del camino. R.
 
-Señor, fortalece en el combate de la fe a los cristianos perseguidos y haz que sean testigos de tu Resurrección. R.
 
-Señor, acoge en tu paz a nuestros hermanos que han muerto en busca de la verdadera libertad y suscita en todos nosotros el deseo de la Vida eterna. R.

Oración conclusiva

"Tú, Señor, eres nuestra esperanza y nuestra verdadera Patria, el único Salvador del hombre; escucha la oración de la Iglesia y extiende sobre nosotros tu Señorío de justicia y paz. Que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén".
 
O bien:

A la luz del salmo que la liturgia nos ha propuesto hoy, dirijamos al Señor nuestra plegaria confiada:

R. Escúchanos, Padre, porque Tú eres fiel.

-Para que el Señor, que ama a los justos, proteja a la Iglesia, y en particular a nuestro Papa N. R.

-Para que el Señor, que reina eternamente, haga justicia a los oprimidos y dé pan a los hambrientos. R.

-Para que el Señor, que mantiene su fidelidad para siempre, libere a los cautivos y abra los ojos de los ciegos. R.

-Para que el Señor, que es el Dios de los portentos, enderece a los encorvados por el peso de la culpa y proteja a los extranjeros. R.

-Para que el Señor, que es, ante todo, Padre de los postergados, sustente al huérfano y a la viuda. R.

-Para que el Señor, que es el único Bueno, entorpezca el camino de los malvados. R.

O bien:

Las siguientes preces, con las necesarias adaptaciones, están tomadas de la Santa Misa de Clausura del XXVI Congreso Eucarístico Nacional de Italia, presidida por el Papa Francisco en Matera,, el  de septiembre de 2019:


La Palabra de Dios y la Eucaristía son para la Iglesia una escuela de paz y solidaridad. Atentos a la voz de los que claman por ayuda, elevemos nuestra oración común al Padre:

R. Padre de la Vida, escúchanos

-Bendice a la Iglesia, concédele crecer en la fe y en la caridad para que proclame la alegría del Evangelio en el mundo y vivir una auténtica solidaridad. R.

-Custodia al Papa N, a nuestro obispo N y a todos los ministros del Altar; sostenlos con tu gracia para que configuren con su vida al Misterio Eucarístico y sean imitadores de tu amor hacia los pobres. R.

-Mira a los pueblos de la Tierra y rompe los lazos del odio y la guerra para que las naciones se abran a la fraternidad universal y construyan un futuro de justicia y paz. R.

-Fortalece a quienes son probados por la enfermedad; haz que crezcan en la fe en Cristo Crucificado y Resucitado, para que encuentren fuerzas en el Sacramento del Amor y experimenten los cuidados de la comunidad cristiana. R.

-Acuérdate de todos nosotros, vela nuestro caminar; que redescubramos la belleza de la celebración eucarística y ofrezcamos al mundo un testimonio creíble de fe y caridad. R.

Oración conclusiva

"Dios, que conoces las necesidades de los pobres y no abandonas al débil en la soledad, escucha nuestras oraciones y dirige nuestros pasos por el camino del bien. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén ".

A continuación, se propone como otra oración conclusiva de las preces, una colecta alternativa a la de este domingo, tomada de la edición italiana del Misal Romano y traducida al castellano. Se reemplaza la conclusión trinitaria larga, propia de toda colecta, por la breve, típica de las demás oraciones litúrgicas:

"Oh, Padre, que llamas por su nombre a tus pobres, mientras que el rico epulón carece de nombre, restablece con justicia la suerte de los oprimidos, pon fin a la orgía de los indiferentes, y haz que en este tiempo oportuno adhiramos a tu Palabra, para que creamos que Jesucristo ha resucitado de entre los muertos y que nos acogerá en tu Reino. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén".


Ofertorio

"El pan y el vino (que presentamos) se convierten en cierto sentido en símbolo de todo lo que lleva esta asamblea eucarística, por sí misma, en ofrenda a Dios".  (Cf. San Juan Pablo II, Carta Dominicæ Cenæ, 9).


Comunión

Bendito sea Jesús, el Cordero cuyo poder y mansedumbre se manifiestan de modo portentoso en la frágil Hostia que hace fuertes a los débiles, pacíficos a los violentos, y hermanos a los desconocidos.

Así de infinitos son el amor y la generosidad, de Dios: no podía darnos menos que a Sí mismo.
 

Despedida

Que la participación en el Banquete celestial acreciente en nosotros el deseo de perseverar en el combate espiritual de la fe.


20 de septiembre de 2016, memoria litúrgica de los santos Andrés Kim Taegon, Pablo Chong-Hasang, y compañeros; mártires. Entrada dedicada a ellos.
(Última actualización de la entrada: 25/09/22).

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